lunes, 11 de junio de 2012

IUNA - 1a Jornada DMT el 23 de Junio 2011












La 1ª jornada sobre Danza Movimiento Terapia, organizada por el IUNA, dejó valiosos testimonios sobre tres líneas de investigación en la materia. Una buena manera de empezar a descubrir cómo el trabajo con el cuerpo puede mejorar la calidad de vida en diferentes ámbitos y circunstancias.

Aunque atractiva, la consigna sonaba pretenciosa y hasta algo críptica a los oídos del no iniciado: “Danza y salud, superando la escisión moderna”. Pero valió la pena madrugar un sábado para interiorizarse en los alcances de una disciplina relativamente nueva pero, por lo escuchado, llamativamente poderosa para el tratamiento de diferentes patologías, discapacidades y situaciones traumáticas, así como para el mejoramiento de la calidad de vida de los adultos en general.

La primera Jornada Universitaria sobre Danza Movimiento Terapia (DMT) se llevó a cabo el 28 de mayo último en una de las sedes del Instituto Universitario Nacional del Arte (IUNA), cuyo Departamento de Artes del Movimiento fue el responsable de organizar el encuentro. Un auditorio numeroso, compuesto en un 90% por mujeres, escuchó atento las exposiciones de la mañana y participó, en alta proporción, de los talleres brindados por la tarde. Todo en un amplio y luminoso salón ubicado en el segundo piso del edificio que el IUNA tiene en Bartolomé Mitre 1869 de la CABA.

“Es un área muy niña respecto de las determinaciones que supone un campo disciplinar, profesional, científico y académico”, admitió en sus primeras palabras la licenciada Marcela Bottinelli, directora de la Maestría en Danza Movimiento Terapia (DMT) del IUNA. “Nuestro posgrado busca no sólo una formación personal de los profesionales sino también construir ese campo de conocimiento, fundamentado en nociones validadas”, explicó.

A manera de introducción a las disertaciones de la mañana, Bottinelli contó que cuando desde la maestría se propusieron trabajar en la acreditación de fundamentos científicos para la DMT surgió el doble desafío de estimular la producción escrita, por un lado, y construir el campo disciplinar, por otro. “Para responder a esas necesidades implementamos líneas de investigación como parte del último tramo de la cursada obligatoria para los alumnos de la maestría. De los proyectos de investigación que se presentaron a un concurso, seleccionamos las tres líneas que nos parecieron más interesantes, que son las que se van a exponer a continuación”.

En un pasaje Bottinelli también se refirió a las dificultades que enfrenta la DMT en su camino de validación de conocimientos. “Al pensar la interacción entre arte, ciencia y salud, se mantienen visiones tradicionales de escisión entre mente y cuerpo. Eso complica el trabajo de todos los que pretendemos construir conocimiento desde otra perspectiva, o sea no en la tradición positivista, de ciencia única y objetiva, sino en las posibilidades de cualquier campo de conocimientos y prácticas, siempre que siga parámetros de validación científica”.

..//













3ª línea. Recuperar el movimiento

Bajo el título de “Aplicación de DMT en el espacio público comunitario”, expusieron por último Aurelia Chillemi y Norma Alcaide, quienes como facilitadoras vienen llevando adelante desde 2002 un espacio de creación coreográfica en Grissinopoli, una fábrica recuperada por sus obreros en el barrio porteño de Chacarita.

Además de danzaterapeuta, Chillemi es bailarina, coreógrafa, docente, psicoanalista y licenciada en Artes del Movimiento. Alcaide, en tanto, es licenciada en Ciencias de la Educación, profesora de grado y posgrado en el IUNA y, como Chillemi, investigadora en danza comunitaria.

“Es un proyecto de promoción de la salud y prevención de la enfermedad, considerando que los espacios de desarrollo creativo mejoran la calidad de vida de las personas”, justificó Chillemi a poco de empezar a hablar.

En ese camino, el lugar físico donde se desarrollan las sesiones de DMT es clave para entender sus peculiaridades. “No es lo mismo crear en un estudio de danza que en un espacio no convencional. Creo que eso tiene mucho que ver con el hecho de que la mayoría de las obras que produjimos se refieren a los derechos humanos. Los atravesamientos socio-institucionales provocan efectos singulares en la producción de subjetividad de los integrantes del elenco. Se rompe con el individualismo y con las reglas estereotipadas de género, al tiempo que se fortalece la noción de comunidad”, sostuvo Chillemi, quien hace ya tres décadas que viene organizando grupos de danzaterapia.

Según contó, el grupo está compuesto por un total de 60 personas de todas las edades –de 5 a 84 años–, con entrada y salida permanente de gente. “Como nunca vienen todos, trabajamos con un promedio de 30 personas en cada reunión”, aclaró.

Otro rasgo distintivo del taller de DMT que dan Chillemi y Alcaide es que, entre sus objetivos, está el montaje de una obra coreográfica. “La obra es algo muy convocante –aseguró Chillemi–, es un espacio que permite la proyección de los contenidos del mundo interno. Esto facilita la elaboración de situaciones de duelo”.

En cuanto a las actividades concretas que proponen en el taller de Grissinopoli, contó: “Trabajamos mucho con ejercicios de tacto, contacto, entrega de peso, reconocer el código del compañero, encontrar un código de comunicación no desde la palabra sino desde el movimiento. A partir de consignas que van desde el autoconocimiento, hasta los dúos, los cuartetos, los octetos y grupos mayores, llegamos a verdaderos diseños coreográficos desde un acuerdo tácito. La experiencia modifica muchísimo y es muy modificada por el contexto”.
Por otro lado, así como los viernes realizan las prácticas de DMT, los lunes se juntan con los alumnos para reflexionar sobre la evolución del trabajo.

Al argumentar en favor de la DMT, Chillemi observó: “La actual mecanización nos lleva a tener los cuerpos cada vez más quietos, carentes de sensibilidad, con mayor coraza y tensiones corporales. Por eso, en nuestro taller tratamos de llevar la noción de cuerpo utilitario a una de cuerpo senso-perceptivo. Hacemos mucho énfasis en la comunicación, las consignas tienden al encuentro con el otro”.

Respecto a la metodología, Alcaide fue breve: “La nuestra es una investigación de carácter cualitativo. El conocimiento es subjetivo y surge a partir del diálogo. Un diálogo que no tiene un carácter unívoco. Las reglas de este proceso son el resultado de compartir significados e interpretaciones sobre la realidad entre todos”.

Tras lo cual, acotó: “Además de la investigación cualitativa, hacemos entrevistas, análisis interpretativo desde la antropología del cuerpo, desde el pensamiento filosófico político contemporáneo y desde el psicoanálisis”.

“El nuestro no es un grupo de DMT. Tampoco es un taller de danza. Es un elenco –aclaró Chillemi sobre el final de su exposición–. Vienen tanto alumnos del IUNA de diferentes carreras como bailarines profesionales, trabajadores de la fábrica y vecinos que se acercan por primera vez a la danza. Por eso decimos que es la danza al alcance de todos. Hay mucha gente que se autodenomina ‘patadura’. Pero es maravilloso cómo se pueden descubrir capacidades ocultas cuando se da el espacio para descubrirlas”.



Publicación completa en http://www.melografias.com.ar/2011/06/movimientos-que-curan.html